Convencida de la ineficacia del realismo tradicional, Virginia Woolf dedicó sus mejores obras a la construcción de una nueva novela, una novela totalizadora que abarcara la vida en su integridad. Con este propósito escribió La señora Dalloway, Al faro y Las olas. Preguntarse de qué tratan estas novelas es una pregunta condenada al fracaso: tratan de la Vida, y no hay tema relevante en ésta que no figure en aquéllas. Junto a estas obras –escritas hace ochenta y cinco, ochenta años– cuántas novelas “modernas” no parecen absolutamente anticuadas, rancias, empeñadas en el realismo más ramplón. Woolf es más moderna que muchos de nuestros novelistas contemporáneos. Leyendo Las olas, en uno de los monólogos de Bernard (que se encuentra intentando escribir una carta a una muchacha que desea impresionar), me topo con el siguiente pasaje sobre la crítica: “… y hacerlo intercalando unas cuantas reflexiones aparentemente ocasionales pero de tremenda profundidad (la crítica profunda a menudo se escribe ocasionalmente) acerca de un libro últimamente leído…”. Amén.